Los ácaros, como organismos vivos que son, se ven muy afectados por los factores climáticos del ambiente en el que viven, por lo que la distribución y abundancia de las especies varía de forma considerable incluso entre zonas de una misma provincia. En las zonas costeras de la Península Ibérica, donde la humedad relativa es elevada, es donde se concentran más especies de ácaros y en mayor cantidad, siendo Dermatophagoides pteronyssinus y Dermatophagoides farinae las especies más abundantes en los hogares. Por el contrario, en las regiones del interior de la Península hay poca presencia de ácaros, ya que el clima es seco, debido a una humedad relativa por debajo del 50%.