En la segunda mitad del siglo XIX se utilizó una cometa para medir el polen en el ambiente
Uno investigador inglés, Charles Harrison Blackey, también aquejado de alergia polínica, tuvo la genial idea de hacer volar una cometa, pero no a modo de entretenimiento, sino para captar el polen del ambiente y poder medir la relación entre el incremento de la concentración de este en el aire y la agudización de sus síntomas.