Nos decía Machado que ‘En abril, las aguas mil’ y es que la primavera es época de lluvias, sin lugar a dudas. Pero alguna vez os habéis dado cuenta de que al pasear cerca de una zona de árboles después de llover, es fácil ver una especie de polvillo amarillo mezclado con agua en el suelo. Pues bien, no se trata de azufre, es el polen de los árboles cercanos arrastrado por la lluvia. De hecho, ¡en 1873 hubo una lluvia en Norteamérica tan cargada de polen que dejó el suelo fosforito!