El humo del tabaco es muy perjudicial para nuestros pulmones, y más para las personas con alergia, ya que irrita las mucosas respiratorias empeorando la inflamación que causa la reacción alérgica por sí misma. La capacidad para expulsar el moco se reduce debido a la inflamación de las vías respiratorias, y al no poder expectorar, los alérgenos atrapados en el moco permanecen más tiempo en nuestro organismo causando más síntomas.

Debido a los efectos a largo plazo del tabaco, es recomendable que los alérgicos fumadores dejen el tabaco semanas antes de la llegada de la primavera, la estación del año con mayores niveles de polen en el ambiente.